sábado, 13 de diciembre de 2014

Crítica Hombres, mujeres y niños


Hombres, mujeres, niños y el doble check azul
Por Álvaro Moral

37 años tiene Jason Reitman, un director con la lucidez de un anciano para retratar el alma humana y la juventud, para poner el dedo en la llaga de los males de hoy. Gracias por fumar, Juno, Up in the air, Young Adult y Una vida en tres días. son su filmografía y exceptuando la última todas son excelentes. El estadounidense conoce la tierra que pisa y en su última película se atreve con una historia de tela de araña que explora la vida de varias familias.

Podría parecer que su cine huele a mediano, a peli de sobremesa porque sus historias se centran en gente corriente y en su problemática diaria pero Reitman va directo al problema. El embarazo adolescente en Juno (2007), el infantilismo desbordante de una adulta de ciudad en Young Adult (2007) y ahora en Hombres, mujeres y niños (basada en la novela homónima de Chad Kulgen) la irrupción de Internet en las relaciones sociales. Siempre con un cine que no alardea de efectos ni de virtuosismo de imagen y que centra todos sus esfuerzos en desentrañar a sus personajes.

Hombres mujeres y niños logra un asunto muy difícil: captar el silencio que genera el ruido de Internet. Un ruido que es ese constante runrún de whatsapp, twitter y todo tipo de chats que, sin embargo, ha generado las nuevas enfermedades del mundo occidental. Problemas como el doble check azul de whatsapp, la inmensidad de horas invertidas en videojuegos online, la incapacidad para hablar cara a cara pese a estar en la misma habitación, etc. También la historia tiene hueco para la anorexia y el culto a la imagen. Pero quizá mayor soledad es la que genera la pornografía, aquí centrada en los problemas que genera a edad temprana y que resulta el primer contacto de un chico con la sexualidad (muy directo se muestra Reitman casi tanto como lo hizo Steve Mcqueen en Shame). Todos estos son problemas casi siempre cotidianos en la sociedad en la que vivimos, aquí mostrados con naturalidad y por ello de forma contundente.
Rosemarie DeWitt y Adam Sandler en la última película del hijo de Ivan Reitman


Quizá, y esto es un asunto del que es mejor hablar una vez que se ha visto la película, lo más interesante es la idea de fondo que quiere dar respuesta a estos problemas presentada mediante la voz en off (en versión original la voz corresponde a Emma Thompson). Una respuesta, a mi juicio, centrada en que los problemas humanos se solucionan cuando entendemos que ocupamos un pequeño (minúsculo) espacio que en el universo. Reitman dice que pecamos de egocentrismo, una idea extendida en la actualidad con la que no estoy de acuerdo. No dudo que casi todo problema de relaciones sociales, la desesperación al verse minusvalorado o el rechazado tiene como raíz un cierto egocentrismo o una falta de mesura del lugar que ocupamos respecto a los otros, pero no comparto la idea de que todo se soluciona considerándonos motas de polvo dentro del universo. El ser humano es la única criatura autorreflexiva y por ello puede hacerse cargo de la belleza de este mundo y de su complejidad. Y solo por ello tiene un lugar destacado en el universo. Una posición que le hace responsable del devenir del mundo. Todo ello con mesura, pero sin pecar de cierto victimismo por poder considerarse el ombligo del mundo.

Lo mejor: los actores y cómo están introducidas en todas las historias la tecnología (y la falta de ella).

Lo peor: la película puede llegar a parecer predecible por las historias que cuenta pero es la vida misma.



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