En este páramo que es la cartelera veraniega, en lo que a buenos estrenos se refiere, (especialmente en ciudades más pequeñas) siempre alegra toparse con una película que si bien no es una obra maestra ni lo pretende, te contagia tan buenas sensaciones como Begin Again. Estamos ante la primera producción estadounidense del irlandés John Carney, quien sorprendió a público y crítica con
Once (2006), película que rechazaba el formato de musical impostado y teatral y que, por el contrario, con un presupuesto ínfimo y actores no profesionales, apostaba por una historia sencilla que sobresalía por saber transmitir el amor por la música que sentía su pareja protagonista (Guy y Girl).
Pero ya no estamos en Once y las calles de Dublín han sido sustituidas por un Nueva York colorido y vitalista en donde Keira Knigthley pasea en bicicleta y luce mocasines y pantalones a lo Diane Keaton, además de todo tipo de prendas como sacadas de una revista de moda enfocada al público femenino más hipster (o si prefieren evitar neologismos innecesarios, a las modernas de toda la vida). En ese marco tan cinematográfico será donde el destino, en forma de canción, una a Gretta, una chica británica que solo compone para ella y su gata (Keira Knightley), y a Dan un desastrado productor de discos en horas bajas (Mark Rufallo) que ve en ella a un diamante en bruto.
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La ciudad de Nueva York, una protagonista más en Begin Again |
El momento de su mágico encuentro, narrado con saltos de tiempo que aportan originalidad al relato, marcará un antes y después en las vidas de sus protagonistas; dos personas heridas a las que le une la pasión por la música, entendida ésta en su composición musical como un proceso creativo sin presiones ni imposiciones de una industria voraz y en su versión más universal, como el arte capaz de provocar sentimientos tan dispares como la alegría o la pena, y de inmortalizar un momento aparentemente banal (el símil de la música de Casablanca es muy acertado).
De la fusión musical de ambos surgirá una relación redentora para él, de auto descubrimiento para ella, que sortea caer en clichés románticos pero que sabe ser emotiva a su manera (esos auriculares dobles dan mucho juego). Todo ello contado por Carney de forma bonita, agradable, sin prisas, con pinceladas de humor y brochazos de optimismo y esperanza. Un cóctel que conduce inevitablemente a que salgas del cine con una sonrisa y tarareando las canciones de su banda sonora, algo que también sucedía en Once. Buena parte de ese mérito lo tiene el reparto, especialmente sus principales intérpretes, un Mark Ruffalo al que parece irle de seda con este tipo de papeles y una Keira Knightley que se despoja de trajes de época y se atreve a cantar las canciones que escribe su personaje. Del plantel de secundarios destaca la alegría que aporta el personaje de James Corden.
Pero como siempre o casi siempre hay algún pero, no le faltará razón a quien manifieste que este segundo acercamiento a la música y al proceso creativo de ésta, resulte menos sincero en su planteamiento que Once por cuanto abiertamente Begin Again es un trabajo comercial y nada artesano, sin querer ni mucho menos decir con esto que sea inferior en calidad a su predecesora.
Carney, ex integrante de una banda musical, no se arriesga demasiado y busca repetir una vez más la fórmula anterior pero esta vez con un presupuesto mucho mayor, con estrellas de renombre e ídolos musicales invitados (Adam Levine, el cantante de la banda "Maroon 5" que debuta en el film) y aliviando la carga de drama social que tenía su anterior propuesta. En definitiva, acerca al gran público temas que ya trató anteriormente como por ejemplo: el poder sanador de la música, la gestación de un álbum por artistas cuyo fin no es el mercantilismo ni la gloria personal o la asimilación de la fama. Esto último si bien no estaba en Once sí se trataba en ese documental llamado The Swell Season que surgió a posteriori y que contaba como el éxito afectó de manera diferente a la pareja protagonista de Once (Glen Hansard y Marketá Irglóva).
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Once, una película que rompió muchos clichés asociados al musical |
En Begin Again también encontramos una crítica a una industria en donde como dice el personaje de Rufallo "escasean las perlas" y que apuesta por el éxito inmediato y aquel que pueda reportarle mayores beneficios. Son tiempos de niñatos endiosados y de promoción tuitera, pero como se plantea en el film hay vida más allá de eso.
En definitiva, una película para melómanos, anti alérgicos de Keira Knightley (si no, llevaréis mal que ponga morritos cantando) y para todos aquellos que en general busquen una melodía cargada de buen rollo.
Lo mejor: La química de su pareja protagonista. Su banda sonora (sí, Keira tiene una voz bonita con y sin arreglos), las magníficas vistas y enclaves de Nueva York. Las escenas de grabación de las canciones, perfecta combinación entre localizaciones exteriores y música. La secuencia en donde Dan y Gretta pasean por Times Square escuchando música...
Lo peor: Catherine Keener está algo desaprovechada. Que el personaje de Mark Rufallo siempre encuentre aparcamiento (que estamos en Nueva York!!)