Pensaba comenzar esta reseña de X-Men: Días del futuro pasado (Bryan Singer, 2014) con una profunda crítica hacia las incoherencias y discontinuidades que rompen las costuras de la saga X-Men, con una dura diatriba sobre la montaña rusa de líneas temporales y realidades alternativas que marean al espectador, con, en definitiva, una advertencia sobre la cantidad de lisérgicos y otras sustancias que han debido compartir guionistas, director y demás equipo técnico y artístico responsable de este blockbuster. Sin embargo, durante mi introspección he caído en la cuenta de que ellos no son los responsables. Que no se puede valorar el film como una obra per se, puesto que no es más que otra entrega de la “línea de productos”, de una obra original de otro medio, el cómic.
Y ese debe ser el debate. En plena vorágine de adaptaciones a la gran pantalla de los héroes de las dos grandes editoras estadounidenses: Marvel (Los Vengadores, X-Men, Los Cuatro Fantásticos) y DC (Superman, Batman, La Liga de la Justicia, Watchmen), la industria cinematográfica no solo se ha apropiado literalmente de estos gigantes (Marvel es propiedad de Disney y DC Comics de la Warner), sino que también se ha apropiado del lenguaje y la mecánica del cómic como propias. Y ello, a pesar de que comics y cine tienen lenguajes muy distintos debido a su diferente naturaleza. Una “historieta” vive de su periodicidad y está marcada por su necesidad de regenerarse cada cierto tiempo; en cambio, una película, al menos originalmente, es una obra que aspira a la inmutabilidad, a la inmortalidad.
Pero amigos, “business is business”, así pues la actual gallina de los huevos de oro de Hollywood es pasto de algunos de los mecanismos tradicionales del cómic: reboots, crossovers, spin-offs, líneas alternativas espacio-temporales, e incluso, en un doble tirabuzón, el no va más, el “la-secuela-del-reeboot-que-también-es-precuela-y-que-incluye-un-crossover-y-presenta-una-nueva-línea-temporal-alternativa” (que tome nota George Lucas, que esto aún no se le ha ocurrido para su saga más galáctica).
Un cómic antiguo de X Men en donde se trata el tema de los centinelas |
Y ¿de qué va la peli entonces? Pues los guionistas han tomado prestadas muchas de las referencias que les han ido dejando sus colegas de los cómics durante 50 años para enlazar la línea temporal original -el primer cómic se publicó en septiembre de 1963 y el reboot-precuela X-Men: primera generación (Matthew Vaughn 2011) se desarrolla en 1962- con la línea temporal de los tres filmes originales de X-Men, que se desarrollaban aproximadamente en nuestro días. Para ello han echado mano del álbum de "1981 Días del futuro pasado" en el que se presenta un futuro distópico (posterior a X-Men 3 La Decisión Final) en el que los robots Centinelas casi han acabado con todos los mutantes (y de paso con toda la humanidad) y la única solución parece ser enviar a uno de ellos (Lobezno) al pasado (1973) para evitar ciertos sucesos que darán lugar a dicho futuro devastador.
Del film podemos destacar que parece bastante más logrado ese pasado setentero con los colores propios de las cámaras Super-8 que el oscuro futuro sci-fi, pero que, sin embargo, la trama política chirría más que en anteriores (crisis de los misiles) y posteriores casos. Nixon ya ha sido caricaturizado en alguna que otra ocasión más, cómic incluido (Watchmen), pero esta vez está casi a la altura de la “cabeza pensante” de Futurama. Como constante en toda la saga, eso sí, la capacidad de los líderes planetarios para montar cumbres en un santiamén, así como la de los mutantes para chafarlas en menos que canta un gallo.
Por lo que respecta al numeroso elenco de estrellas que pululan por la pantalla, se nota que el tirón de Jennifer Lawrence le ha dado un protagonismo y metraje mayor del que la historia merecía, Fassbender y McAvoy se comen a sus versiones octogenarias (y eso es mucho decir con Patrick Stewart y, sobre todo, Ian McKellen, de por medio) y no termina de convencer la construcción del personaje de Peter “Tyrion” Dinklage. De Hugh Jackman poco que decir; ya lleva las mismas interpretaciones de Lobezno que películas se hicieron de Loca Academia de Policía. Dicho queda.
Como cierre, recordaos que ya se ha convertido en todo un clásico de este género incluir un spoiler promocional a modo de secuencia después de los créditos presentando la siguiente entrega. Días del futuro pasado, como máximo exponente de los excesos de este género, no iba a ser menos.
Como cierre, recordaos que ya se ha convertido en todo un clásico de este género incluir un spoiler promocional a modo de secuencia después de los créditos presentando la siguiente entrega. Días del futuro pasado, como máximo exponente de los excesos de este género, no iba a ser menos.
Lo mejor: Efectos visuales, en especial la escena del Tiempo Bala y la del estadio (el Robert F. Kennedy Memorial Stadium, para los aficionados al deporte). Gran ritmo, con acertados tránsitos entre la acción y secuencias más intimistas, así como los “saltos” de líneas temporales
Lo peor: Casi imprescindible ser un estudioso de toda la saga…Aunque en ese caso sufrirás con sus discontinuidades e incoherencias.
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