Cuando vas al cine y te quedas con lo anecdótico y accesorio de lo que ves, sean pelucas, éxitos setenteros o escotes vertiginosos, no suele ser buena señal. Soy de las que opina que todos los elementos que hacen posible el engranaje de un guion no deben hacernos olvidar lo primordial: una buena historia. Y no hablo de grandes historias, el cine está lleno de historias mínimas, pequeñas, al estilo de la maravillosa Nebraska. Y en La gran estafa americana (American Hustle), no encuentro nada genuino, nada especial. salvo una envoltura espectacular, una golosina visual que una vez vista se olvida pronto.
Todo me sonó a visto ya en películas de Scorsese (disputas matrimoniales, uso de la música -estupenda la selección-, empleo de recursos como la voz en off, montaje frenético) pero contado de un modo más descafeinado y sin ritmo.
Sí, no negaré que existe una trama ligeramente enrevesada que mezcla a estafadores, políticos corruptos y a un policía que sueña con dar el gran golpe para salir de la ratonera donde vive. Todo lo contado se basa libremente (ya se advierte al principio del film con un rótulo que dice "algo de lo que ocurrió aquí fue real") en una operación del FBI llamada ABSCAM que sirvió, a finales de los setenta, para imputar a unos cuantos políticos corruptos, desde senadores hasta alcaldes. La historia en principio parece interesante y cuenta para su desarrollo con una galería de personajes variopintos protagonizados por algunos de los mejores actores de la actualidad, pero tras media hora de su visionado te das cuenta de que algo no cuaja, y que las idas y venidas de su elenco no te importan lo más mínimo. En mi caso, solo desperté de mi letargo en pocas escenas y algunas de ellas gracias a Jennifer Lawrence y su vis cómica (escena del microondas, baile con guantes de limpieza). Sin duda, las actuaciones son el punto fuerte de La gran estafa americana, una película nominada a la friolera de 10 Oscars y que ya cuenta con un puñado de premios de los más importantes.
Laca de uñas marca J. Law, un olor que no podrás dejar de oler aunque te repela |
No creo en ningún caso que la culpa de mi aburrimiento se le pueda echar a su potente reparto o a la ambientación, capaz de hacerte retroceder a los tiempos en que el Estudio 54 arrasaba, y para muestra basta comprobar el bailecito que se marcan Amy Adams y Bradley Cooper. No, sencillamente creo que su guion -por muchos premios que le concedan- no está a la altura. David O. Rusell me sigue pareciendo un director con talento pero algo sobrevalorado, y al que se bien se le podría aplicar aquel dicho shakesperiano de mucho ruido y pocas nueces.
Lo mejor: El reparto, dirección artística, el uso de las canciones en la película (brillante el momento Dilaila), la aparición de Robert De Niro.
Lo peor: Le sobra metraje, se cree mejor película de lo que en realidad es. El espectador no se convierte en ningún momento en cómplice, algo vital en una película de engaños.
Vaya, es curioso, porque he visto muy recientemente esta película y "El lobo de Wall Street" y mi mayor puntuación va para "La gran estafa americana". Empiezo a creer seriamente que ver films en versión original influye mucho en mi inmersión y, por consiguiente, mi percepción de la obra. En cualquiera caso, coincido plenamente en que el envoltorio está muy cuidado y el reparto lo borda.
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