Tres años después de que James Wan pegara el pelotazo con una de las películas de terror más malsanas de los últimos años, Insidious, llega la secuela de ese éxito, y lo hace decepcionando a más de uno, la que escribe incluida. No esperaba que el director malayo se marcase otro Expediente Warren (ya que la saga Insidious está muy alejada del tono y la estética que predomina en The conjuring, filmada de un modo más elegante, más clásico y sin estridencias narrativas), pero digamos que para mí Insidious 2 cumple con ese dicho que segundas partes nunca fueron buenas, o en este caso terroríficas.
En esta secuela y también precuela, ya que la película cruza y descruza los umbrales del tiempo una y otra vez, así como el mundo de los vivos con el de los muertos, las presencias insidiosas vuelven a atemorizar a la familia protagonista de la primera parte, los Lambert (sí como Christopher Lambert). Traumatizados por lo que vivieron en su casa se han mudado al hogar de la madre de Josh (Patrick Wilson), personaje que cobra aún más relevancia en esta continuación e incluso se transforma por cosas del alocado guion en una mala réplica de Jack Nicholson en El resplandor. Como es natural, la tranquilidad de los Lambert se verá pronto alterada. Y las puertas que se cierran solas, los pianos fantasmas y las pesadillas recurrentes del niño mayor (el único que pinta algo en la película) pronto perturbarán especialmente a las mujeres de la casa (Rose Byrne y Barbara Hershey).
La culpa fue del taca-taca insidioso |
El caso es que Wan consigue en un inicio preparar bien el terreno como a él le gusta, esta vez con un prólogo algo más descafeinado pero que encaja bien con lo que vendrá luego. En la primera media hora ya encontramos todos los elementos que fascinan al director de Saw, quien de nuevo vuelve a plagiarse a sí mismo pero esta vez con menos originalidad y gracia. Lástima que la trama desemboque en su segunda parte en una sucesión sin pies ni cabeza, incoherente y ridícula en muchos momentos (no ayuda mucho la comicidad forzada de la pareja de patosos ayudantes investigadores).
Un batiburrillo de sustos, previsibles en muchas escenas, cuya historia intenta cerrar un círculo pero que solo atemoriza al espectador en contadas ocasiones, y todas ellas gracias a la maestría con la cámara de Wan y a la estupenda banda sonora de Joseph Bishara, además de a una buena dosis de maquillaje.
Un batiburrillo de sustos, previsibles en muchas escenas, cuya historia intenta cerrar un círculo pero que solo atemoriza al espectador en contadas ocasiones, y todas ellas gracias a la maestría con la cámara de Wan y a la estupenda banda sonora de Joseph Bishara, además de a una buena dosis de maquillaje.
Lo mejor: De forma aislada siguen funcionando algunos sustos como el taca-taca, el piano que suena solo...
Lo peor: El último tramo parece un carrusel del terror sin sentido alguno, algo que también estaba presente en la primera parte de Insidious.
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