QUITANDO COSTRAS A LOS DEMONIOS
Por Lorenzo Ayuso @Lorenzo_Ayuso
Escribir sobre Posesión Infernal (Evil Dead,
Fede Álvarez, 2013) supone encarar una película que nace tan maldita como
acaban sus personajes. Una cinta por cuya propia condición tiene, a priori, las
de perder. A saber: un remake “de diseño” de una obra seminal como Posesión Infernal (The Evil Dead, Sam Raimi, 1981), una cinta que
convulsionaba el horror, desproveyéndolo de toda coartada moral y apelando a
terrores ancestrales a los que era imposible poner un rostro (el mal estaba en
todos y en todo, empezando por la misma cámara enrabietada, que dejaba de mostrar
para atacar y embestir). Pero un remake, también, que surge apenas un par
de años después de que la imprescindible The Cabin in the Woods (Drew Goddard, 2011;no confundir con el cortometraje de Sam Raimi "Cabin in the woods") volviera a poner el género patas arriba y dejara sus bases al descubierto,
partiendo de la misma premisa argumental.
Ante la encrucijada, esta Posesión Infernal hace
borrón, pero no cuenta nueva. En todo caso, sigue la cuenta de la vieja, tirando
de refranero. El uruguayo Fede Álvarez, en su debut en el largometraje,
descarta el cinismo posmoderno de The Cabin..., y se entrega al terror
como lo hiciera su mentor y supervisor, Raimi, tres décadas atrás. Una empresa
un tanto suicida de la que, no obstante, sale con dignidad.
Amplificando aquello que estaba presente en la anterior, esta vuelve a presentarnos a cinco jóvenes que se encierran durante un fin de semana en una cabaña perdida de la mano de dios (sic), y despiertan viejos diablos adormecidos en el bosque. Alejándose del “sinsentido” dramático que reinaba en la anterior –cuyos personajes eran maniquíes al servicio de la tortura por venir, y no le hacía falta más– aquí se dibuja al quinteto con mayor profundidad y hondura. El de la pandilla de 2013 no es un viaje de placer, sino de sufrimiento ya desde el principio: los cinco acuden para ayudar a Mia (Jane Levy) a superar su drogadicción y acompañarla durante el duro período de abstinencia y aislamiento. Inconscientemente, y al igual que el espectador, los personajes están resabiados por la herencia recibida de la cinematografía previa, y ya saben que visitar una cabaña tiene poco de recreativo. Por eso, quizás también, sea Erick (Lou Taylor Pucci), el más letrado de todos (trabaja de profesor), quien detone la pesadilla leyendo y descifrando los pasajes del Necronomicon que encuentran en el sótano.
Lo que viene tras la invocación ya es conocido por los
espectadores y, para paliar la ausencia del efecto sorpresa, Álvarez decide
servírnoslo en abundancia. Con una estética que quiere emparentar con el extreme
europeo –ahí están el modélico Alexandre Aja y su Las colinas tienen ojos
(The Hill Have Eyes, 2005)–, sigue con respeto la escaleta de posesiones
y las adereza con niveles ingentes de sirope de maíz para barnizar los cuerpos
de los protagonistas. Con todo, el desprendido despliegue de hemoglobina no
causa el impacto que lograba la original pese a su economía de medios. El
primer Posesión Infernal gozaba (goza) de un aura perturbadora, malsana
–generada en cierta medida por el carácter underground y guerrillero de la propuesta, pero
especialmente por el talento para el exceso de Raimi– que el remake no
puede repetir. Al menos, no si se limita a seguir las huellas que dejó en el
camino.
Por eso, este nuevo Posesión Infernal funciona mejor
cuando goza de autonomía plena y propone su propio desarrollo, ofreciendo algo
nuevo. Cuando se desata y se desboca y es menos fiel al relato primario, pero
más a su espíritu. Cuando deja de verse como una actualización del gusto de los
nuevos públicos contemporáneos, y más –puestos a mantener los vínculos con su
antecesora– como una secuela, independiente y libérrima. La película va
enrabietándose gradualmente y engendra algunas imágenes poderosas, por macabras
(esa joven martirizada y aturdida, que busca el abrazo de su novio aun habiendo
perdido las dos extremidades necesarias) hasta alcanzar un final apoteósico: 10
intensísimos minutos en los que la sangre, literalmente, cae del cielo y lo
cala todo.
Para los desnatados cánones imperantes en el actual cine mainstream,
se agradece la propuesta costrosa, purulenta de este Posesión Infernal,
aunque no pueda esta clavarse en las retinas con la fuerza de sus precedentes,
ni volar tan alto como The Cabin in the Woods. Quizás, tampoco lo
pretende. Si el Sam Raimi de hace tres décadas dinamitaba el género (nada
sobrevivía en su relato, hasta la música de los créditos moría antes de que las
cartelas llegaran a su fin), y el tándem Whedon/Goddard, lo remataba, Fede Álvarez
opta por recoger los pedazos y hacerlo cicatrizar. Engrasa la máquina y
recupera la atención, satisfaciendo al neófito y al seguidor ferviente, y abre
la puerta para que sus mayores –los que, no en vano, controlan el cotarro, como
productores– coqueteen con la idea de retomar viejos hábitos terroríficos. Ahí
está, como prueba, esa chuchería para deleite de fans al finalizar el filme:
Bruce Campbell presumiendo de mentón prominente, mirando desafiante a cámara,
en un plano sin vinculación alguna con el relato que funciona como aquel del
disparo en Asalto y robo de un tren (The Great Train Robbery,
Edwin S. Porter, 1903). Un golpe de efecto para recordar quién sigue siendo el
jefe.
¿Y a vosotros, qué os pareció este remake?
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Me gusto la película pero más que miedo daba "asco" es decir sé que los que vieron "la original" pues preveían litros y litros de sangre y a pesar de que Posesión infernal muestre menos a mí me resulto más que suficiente, en fin puedo con desmembramiento, puñaladas, disparos... pero con litros y litros de sangre, no, y ese beso entre las dos chicas me mato y ojo no porque fuera entre dos chicas a mí eso me da igual sino por ese intercambio de sangre… buff me dieron ganas de vomitar.
ResponderEliminarHola tocaya! La que te escribe no se atreve con estas películas, por eso esta crítica la firma Lorenzo que sabe muchísimo de cine de terror, y escribe genial. A mí me va más el terror psicológico y un poco de sangre, pero todo lo que se acerque al gore me hace salir corriendo! En fin, todos tenemos nuestras filias y fobias en el cine.
EliminarUn saludo y gracias por comentar.