Un mes más, la revista de cine Versión Original edita un nuevo ejemplar. Esta vez, el tema escogido han sido las fiestas. Un buen número donde nos encontramos guateques de todo tipo: refinados (La dolce vita, La soga, Eva al desnudo) gamberros (Supersalidos, Desmadre a la americana) e incluso sangrientos (Carrie o House on hanted hill)
Para este tema, he escogido una fiestera nata: Holly Golightly, la inolvidable protagonista de Desayuno con diamantes, uno de los títulos más famosos de Blake Edwards junto a la mítica El guateque, que por supuesto, también se analiza en este número.
El otro día por fin pude ver Drive (2011, Nicolas Winding Refn). Se proyectaba en versión original en el COC (sede
de la filmoteca de Extremadura en Badajoz) La sala, que tampoco se caracteriza
por su gran aforo, estaba llena. Entre el público abundábamos los gafapastas así
como otros muchos cinéfilos inclasificables. Pero la mayoría de los
espectadores teníamos algo en común: estábamos ansiosos por comprobar si la película merece tanto bombo o si por el contrario, está sobrevalorada.
Y aquí viene mi crítica.
Basada en la novela homónima de
James Sallis,Drive
es un filme hipnótico. Quizás sea por su música ochentera, sus imágenes o por
su protagonista, uno de los personajes más perturbadores de los últimos años.
Ryan Gosling borda un papel muy complejo. El de un tipo sin nombre (mecánico de día y conductor de delincuentes de noche) que apenas habla en casi toda la película. Un tipo que es capaz de
lo mejor y de lo peor (véase la famosa escena del ascensor). Un héroe duro pero
terriblemente romántico, cuyos silencios y miradas lo dicen todo. Un hombre impasible, que
recuerda por momentos al Travis Bickle de Taxi Driver, y del que desconocemos
su pasado y su futuro. Porque como él mismo dice, solo conduce.
Tras un espectacular arranque (la escena de acción del robo y persecución
de la policía) la cinta transcurre con un ritmo
desigual. Pausado -al narrar el día a día del personaje así
como la incipiente relación amorosa con su vecina (una acertada Carey Mulligan)- y más acelerado cuando
conocemos su cara oculta. Porque como se contaba en Una historia de violenciaa veces el héroe no puede esconderse de su
pasado. Y las escenas más violentas, estilizadas y de una brutalidad apabullante, dan fe de
que el protagonista -por más que lo intente- sigue siendo un escorpión.
Drive podría ser un film de cine
negro, ya que hay un chico malo dispuesto a redimirse por el amor de una chica,
y un puñado de gángsters cabrones que se reúnen en un restaurante italiano.
Matones liderados por un sorprendente Albert Brooks, quien compone un personaje frío y sin escrúpulos. Convincente aunque no tan
llamativo me parece el papel de Ron Perlman. Por otro lado, en la película
también trabajan dos rostros conocidos para los serial lovers (la voluptuosa Christina
Hendricks de Mad Men y Bryan Cranston de Breaking Bad). Mafia, amor imposible, venganza… algunas personas
pensarán que su director tampoco es tan novedoso. Sin embargo, en Drive no
importa tanto la originalidad de la trama como la forma en que está contada. Aspectos
como la fotografía (escena del ascensor) la banda sonora o la composición de
las escenas (secuencia en la sala de striptease) son muy relevantes en la trama.
En otros tiempos, estar al
volante mascando un palillo era sinónimo de gañán. No pasa así en Drive, donde el gesto parece verse como “cool”. Aquí los rasgos de caracterización son
fundamentales para definir al personaje, pero se nota que han sido precocinados
para una audiencia maravillada con la estética retro. Rasgos como el ya citado palillo en la boca a lo Clint Eastwood, los guantes con dedos al aire, o
la ya famosa cazadora de cuero con escorpión a la espalda, una pieza que se ha
convertido en la última prenda fetiche del cine.
Recortable de la película
Con violencia brutal e inesperada, Drive es una película
oscura y que te deja una sensación extraña. Como mínimo, hace que te marches del cine desconfiando de la gente que habla poco.
Lo mejor: La interpretación de Ryan Gosling. La fotografía. Las escenas de acción. La forma en que se utilizan los silencios. La
dirección. La banda sonora, en especial los temas musicales como “A Real Hero” de College ft. Electric Youth
o “Nightcall” de Kavinsky.
Lo peor: Que muchos solo se queden con las escenas más sangrientas.